El antisemitismo, las tratativas de paz y sus contradicciones

Mahmoud Abbas - Foto Flickr

Samuel Auerbach

Está comprobado: Abu Mazen, Presidente de la Autoridad Palestina y encargado de las tratativas de paz con Israel, está atacado por el antisemitismo, esa grave y vieja enfermedad que afecta a la corteza cerebral. Abu Mazen presenta un fuerte sentimiento de odio injustificado hacia los judíos, confecciona ridículos razonamientos, considera verídicos algunos hechos imaginados, falsea noticias y tergiversa la historia, síntomas típicos de esta enfermedad. Su último discurso pronunciado en Ramallah confirma el diagnóstico. No solo eso. Ese discurso demuestra un agravamiento tal de su antisemitismo, que lo puede hacer inapto para un futuro trato personal con representantes de Israel, el país de los judíos. Si es que luego pidió disculpas por sus ridículas y ofensivas palabras, lo hizo solo para enmascarar el furioso sentimiento antisemita que reveló al vertirlas.

Los síntomas de la enfermedad de Abu Mazen comenzaron a ponerse de manifiesto en el momento en que presentó su tesis de doctorado con su libro publicado en 1982, en el que afirmó que David Ben-Gurión y el movimiento sionista colaboraron con el régimen nazi, y Ben-Gurión y Hitler eran buenos amigos. Una historia que sólo mentes enfermas pueden imaginar.

El conflicto del Medio Oriente está plagado de paradojas. No creo que exista alguien o entidad alguna que quiera tener tratos con una persona que le profesa odio, que miente y que padece de una enfermedad que lo hace delirar. Sin embargo es así. Israel sabía quién era Abu Mazen (o Mahmud Abbás, como quieran llamarlo). No obstante nunca se opuso a hablar con él para conseguir un entendimiento con los palestinos. Curioso, ¿no? Es que no había otra alternativa. Es el único palestino que representa al sector moderado con el cual se podría llegar a un acuerdo, a pesar de otra paradoja: su constante apoyo a los grupos terroristas que sueñan con echar a los israelíes al mar.
La mesa de deliberaciones aún está esperando que alrededor de ella se ubiquen Israel y la Autoridad Palestina a pesar de las contradicciones que presenta cada uno de ellos. Israel proclama querer hacer la paz, pero a la vez expande la colonización en las colonias con esporádicas construcciones en los territorios que ofrece para negociar. Esto significa, nada más ni nada menos, un lento anexado de los mismos. De esta manera está poniendo en duda al mundo sobre sus deseos de paz, en especial al Presidente estadounidense, Donald Trump, quien le preguntó en una conversación telefónica a Biniamin Netanyahu, Primer Ministro de Israel, si en realidad tiene esos deseos.

Por su parte, Abu Mazen no niega la paz con Israel pues, de concretarse, se podrá crear un país para su pueblo. Al mismo tiempo aprovecha esas construcciones para evitar su asistencia a la mesa de conversaciones. Este pretexto y el apoyo financiero que ofrece a los terroristas y a sus familias, hacen suponer que el antisemita Abu Mazen tampoco está interesado en dar fin al conflicto entre Israel y los palestinos. Más aún, hacen suponer que Abu Mazen comparte con los terroristas la idea de que el país de los judíos no tiene lugar en el Medio Oriente.

En resumen, los esfuerzos para finalizar el largo conflicto entre los israelíes y los palestinos, padecen de contradicciones que afectan a ambos bandos y hacen que su meta sea inalcanzable a corto plazo, a menos que las partes aprendan a no escatimar esfuerzos en hacer concesiones aunque duelan, en aras de esa paz que exigen los pueblos cansados de destrucción y muerte.

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