El acuerdo de Siria: Un puente hacia ninguna parte

18 septiembre, 2016

Prof. Eyal Zisser

En un ritual aparentemente inútil y sin sentido, los ministros de Exteriores de Rusia y Estados Unidos anunciaron por enésima vez que se había alcanzado un acuerdo para poner fin a la guerra que se está librando en Siria. El primer paso de este acuerdo es el alto el fuego que comenzó el lunes.

Un vistazo a los detalles del acuerdo revela la falta de contenido real y la posibilidad casi cero de su implementación. En primer lugar, el acuerdo no incluye una gran parte del campo rebelde, más notablemente al grupo Estado Islámico y al Frente Nusra, y podemos suponer que el régimen sirio violará rápidamente los términos del acuerdo, justificándolo con la afirmación de que está luchando contra esos grupos rebeldes radicales.

En segundo lugar, el acuerdo no incluye ningún marco o medidas prácticas para poner en marcha o avanzar hacia un proceso político, ni nada que pueda ayudar a cerrar la brecha entre las demandas de los rebeldes. Asimismo, no incluye ninguna medida para mediar entre el deseo de la comunidad internacional, encabezada por Washington, de derrocar al presidente sirio Bashar Assad y el deseo de Rusia de mantenerlo en el poder.

Más allá de esto, ninguna de las partes en conflicto en Siria tiene algún interés en el acuerdo. Assad está convencido de que el tiempo juega a su favor. Los rusos, iraníes y Hezbollah, que están luchando la guerra de Assad, han conseguido logros significativos en los últimos meses. En la batalla por Alepo, a la que se le impuso un sitio, han puesto al gobernante sirio cerca de la victoria -aunque no sea total o decisiva- sobre la oposición.

La parte importante del acuerdo es la declaración ruso-estadounidense sobre un esfuerzo conjunto para combatir el terrorismo. También en este caso, no hay nada detrás de las palabras rimbombantes. Estados Unidos está haciendo todo lo posible para luchar contra el Estado Islámico, y dada la falta de confianza entre las partes, es dudoso que los rusos puedan o quieran ayudar. Después de todo, el Estado Islámico no está en la lista de las prioridades de Rusia en Siria. Los rusos están, en cambio, preocupados por los grupos rebeldes moderados, que EE.UU. apoya, y que representan una amenaza para el gobierno de Assad en el oeste de Siria.

Este acuerdo ruso-estadounidense ha surgido cerca de tres años después del acuerdo de septiembre de 2013 para deshacerse de las armas químicas de Siria. Sin embargo, la semana pasada, un informe de la ONU indicó que durante el año pasado, Assad utilizó armas químicas contra sus oponentes -armas que supuestamente no tenía-.

El silencio de Norteamérica después del hallazgo ha sido impactante. Atestigua que la Administración estadounidense está desesperada para pintar a cualquier precio, a los medios y al público, que ha habido avances hacia una solución a la crisis de Siria.

Pero Estados Unidos no está dispuesto a imponer todo el peso del acuerdo para asegurar su éxito o para trabajar en contra de aquellos que tratan de hacerlo fracasar. Al fin y al cabo, ¿qué es lo que realmente podemos esperar de la confusión y la incompetencia que caracterizan la trayectoria actual de Washington en el Oriente Medio?

Por el contrario, Rusia está avanzando en su esfuerzo por alcanzar el estatus de superpotencia líder en el Oriente Medio. Si el intento de Rusia de acoger una reunión en Moscú entre el primer ministro, Biniamín Netanyahu, y el presidente palestino, Mahmud Abbás tiene éxito, sólo será una prueba más de que para lograr resultados en la región, hay que ir a través de Moscú, y no de Washington, como solía ser en el pasado .

Fuente: israelhayom.com

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