Benjamín Netanyahu Foto: GPO vía Facebook

Pablo Sklarevich
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, consiguió que los israelíes -y el mundo entero- contuvieran la respiración durante su último discurso televisado especialmente para evitar el adelantamiento de las elecciones.
“No se abandona en medio de la batalla”, expresó Netanyahu, dejando en el aire el peyorativo de desertor sobre el ex ministro de Defensa Avigdor Liberman,  para neutralizar la amenaza de otros eventuales candidatos a abandonar la tambaleante coalición.
Liberman renunció al Gobierno en protesta por el cese del fuego con Hamás en Gaza, al considerar que se precisaba, en cambio, una operación militar masiva y calificó el acuerdo como una “capitulación ante el terrorismo”.
El discurso de Netanyahu desató una serie de interrogantes.
¿Es que hay una operación secreta en camino en el frente norte, allí donde el presidente ruso, Vladimir Putin, rechazó una reunión con Netanyahu y cualquier ataque de la Fuerza Aérea israelí en Siria se percibiría como una acción contraria a Moscú? ¿O es que en vez de un arreglo de larga duración se perfilan nuevos combates en Gaza?
Los más escépticos ven en las palabras del primer ministro la cristalización del accionar de un político astuto y manipulador  que no tiene empacho en azuzar fantasmas y tocar tambores de guerra para alcanzar pequeños objetivos políticos.
Sin embargo, en su historial, Netanyahu se ha mostrado adverso a emprender aventuras bélicas y siempre ha preferido aceptar el audaz aunque circunspecto y medido asesoramiento del establishment de Defensa.
Otra preocupación se refiere a la posibilidad de que los dichos del titular del Ejecutivo se conviertan en una profecía autocumplida. Es decir, que una vez lanzados al éter, adquieran vida propia y el primer ministro se termine convirtiendo en esclavo de sus propias palabras.
De cualquier manera, como tranquilizador se puede decir que el jefe del Estado Mayor, Gadi Eizenkot, no parece demasiado conmovido por los últimos pronunciamientos. Solamente, salió indignado a la palestra para rebatir al ministro Naftali Bennett, quien acusó al fiscal militar general de estar metiéndoles a las tropas más miedo que el líder de Hamás, Yahya Sinwar.
Eventualmente, el asesor legal del Gobierno, Avichai Mandelblit, quien dirigió durante siete años la Fiscalía Militar, no tardó en ponerse del lado de  Eizenkot en la controversia; y el primer ministro se sumó respondiendo que “los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel no le tienen miedo a nadie”.

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