¿Desesperación o efervescencia?

21 septiembre, 2016

Pablo Sklarevich –
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbás, manifestó que la reciente ola de ataques es un síntoma de desesperación.
Abbás explicó a estudiantes de origen palestino en Venezuela que no es la incitación lo que moviliza a los jóvenes a la violencia “sino más bien, que han perdido la esperanza”.
No obstante, Abbás añadió que no va a negociar con el llamado “derecho del retorno” y dijo que seis millones de refugiados palestinos están esperando volver a sus hogares.
Inmediatamente, Hamás rechazó las palabras de Abbás, atribuyendo en cambio la violencia a la cultura de resistencia.
“Nuestros jóvenes empuñan cuchillos de motu proprio porque pertenecen a un pueblo de resistencia, que no ha sido doblegado por la brutalidad del ocupante o por la cómplice coordinación de seguridad con el mismo”, afirmó en respuesta Osama Hamdán, portavoz de Hamás.
Para los oídos de Occidente las palabras de Abbás, pueden sonar como música. Se trata aparentemente de una explicación racional. Pero, muchos israelíes no pueden resistir escucharlo con una dosis de escepticismo. Difícilmente puedan olvidarse de la ola de atentados suicidas que barrió Tel Aviv, Jerusalén y otras ciudades importantes, en la década de los noventa y principios de los años 2000, cuando no había valla de seguridad y los Acuerdos de Oslo parecían marchar viento en popa. Tampoco pueden dejar de recordar que el ejército israelí se retiró de la Franja de Gaza, en 2005, para que el enclave costero se transformara, apenas un año más tarde, en un territorio hostil controlado por los islamistas y una plataforma para el lanzamiento de cohetes contra las localidades vecinas del Néguev occidental.
Mientras tanto, la incipiente violencia amenaza con ensanchar aún más las diferencias.

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