Daniel Werner, asesor agrícola israelí: “suministramos conocimientos para acelerar los procesos de adopción a la agricultura moderna”

Daniel Werner, durante una visita con agricultores locales en Colombia

Ofer Laszewicki Rubin – Tel Aviv
Daniel Werner (Buenos Aires, 1958) hizo aliyá a Israel en 1985. No obstante, ya visitó con anterioridad el país, donde ejerció de madrij (educador juvenil) en Argentina y participó en cursos para capacitación de madrijim en Jerusalén. Casado y con tres hijos, Werner se licenció en ingeniería agrónoma, y posteriormente fue becado por la Universidad Hebrea de Jerusalén para cursar un master en nutrición animal. Tras acumular experiencia en el sector privado de la industria agrícola, recaló en el ministerio de agricultura, donde trabajó como asesor en el departamento de  extensión rural, y actualmente ocupa la posición de  director de proyectos de asesoramiento y desarrollo agropecuario para países de todo el mundo, especialmente en Latinoamérica.
La industria agrícola israelí es reconocida por ser pionera en innovación y eficiencia. ¿Cómo se exporta este conocimiento al extranjero?
En Israel existe la agencia para el desarrollo, Mashav, que es una agencia de cooperación para el desarrollo de Israel,  dependiente del  ministerio de relaciones exteriores. Como extensionista, yo empecé a viajar en los años 90 a prácticamente toda América Latina: México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Panamá, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay, Paraguay…
¿Y cuál era su misión?
Trabajé capacitando a productores de leche a través de cursos móviles, que son cursos que se llevan a cabo en diferentes lugares del planeta: no solo en Latinoamérica, sino también en países de la ex Unión Soviética, el sudeste asiático, China, la India y también África y la región del Pacifico.
Cuéntenos acerca de la logística de estas operaciones. ¿Cómo se coordinan y en que se focalizan sus planes de asistencia?
Formo parte de CINADCO, (Center for International Agricultural Development Cooperation) dependiente del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Tanto el ministerio de agricultura como Mashav trabajan en estrecha coordinación. Normalmente, se envían expertos a diferentes países y se estudian las necesidades existentes en los diferentes ámbitos de la agricultura. De esa forma se explora y propone en que temas se puede cooperar con los diferentes países. Recientemente visité países como Vietnam, Macedonia, Myanmar, India, China, Filipinas o Ucrania, y también estamos muy presentes en países africanos, como Etiopia, Nigeria, Kenia, etc.
¿Cuál es el principal conocimiento que exporta Israel?
Los programas de cooperación se basan en lo que Israel define como la filosofía de “no le des pescado, sino enséñale a pescar”. Empoderamos la construcción de capacidades y conocimientos, algo que está basado en la filosofía del pueblo judío: damos porque queremos compartir. Ya en los años 50, Golda Meir visitó el continente africano, y vio que existían países con semejanzas en referencia a las necesidades para lograr desarrollo sostenible con Israel y necesitaban recibir ayuda.
¿Cuáles son los principales retos que afronta la agricultura en la actualidad?
La población crece, y el mundo debe adaptarse. Hay más competencia por el agua, la energía o las tierras. Se habla de que más de un tercio de las tierras están degradadas por mal uso, y el cambio climático produce fenómenos climáticos extremos: inundaciones, incendios, olas de calor u olas de frío, que provocan una necesidad para enfrentarse a ellos que no conocíamos. Se da la situación, por ejemplo, de lugares que cuentan con alta disponibilidad de aguas paralelamente necesitan ayuda en sistemas de administración de aguas o en casos más extremos sufren periodos de sequía.
Sobre sequías Israel logró hacer florecer sus campos.
En Israel, la gran ventaja comparativa es que siempre tuvimos problemas de agua y, como dice el dicho, “la necesidad es la madre de todas las invenciones”. Por ello, Israel ha trabajado sobre todo en métodos de eficiencia de agua, como el riego por goteo. El “high-tech” no es solo en el rubro de la  computación, sino también existe «y a lo grande», en la agricultura por intermedio de sistemas para la administración y uso eficiente  de los  recursos tierra, agua y energía que logran el ahorro de agua, o el uso eficientemente de fertilizantes, menos contaminación de los suelos… O a enfrentar fenómenos drásticos meteorológicos disminuyendo las consecuencias negativas de los mismos sobre los rendimientos productivos.
¿Cuál es el tema más tratado actualmente?
La opción de usar energías renovables en temas agrícolas y por supuesto el manejo eficiente del agua para riego. Todo esto Israel lo comparte con el mundo en desarrollo: suministramos conocimientos como parte de la cooperación para acelerar los procesos de adopción a la agricultura moderna, que va a lograr producir más alimentos y de mayor calidad.
Lo interesante del especialista israelí es que viene de una situación donde la agricultura es sofisticada, sobretodo basada en el flujo de información muy abierta entre agricultores, el gobierno, la investigación aplicada y la industria. Se puede describir la agricultura israelí como un gran laboratorio con condiciones controladas e información compartida. Cuando vas a países de Centroamérica, por ejemplo, el proceso es más lento.
Muchos se preguntaran acerca del secreto del éxito agrícola israelí.
Está en la flexibilidad  de la agricultura que, con pocos recursos naturales -como la baja disponibilidad de tierras arables, baja cantidad de agua y poca mano de obra disponible- , rápidamente da soluciones incluso en países con otras condiciones naturales muy diferentes a las existentes en Israel. Si vas al trópico, donde teóricamente llueve todos los días, hay zonas donde hay que saber administrar el agua. Otro ejemplo es en zonas en donde se utilizan sistemas de riego por inundación. El riego por inundación desperdicia altas cantidades de agua y se podría decir que ya no es un sistema con sostenibilidad económica y ambiental.
Los expertos israelíes saben cómo adaptarse a esas situaciones y proponen soluciones sostenibles desde el punto de vista  social, económico y ambiental. Se comparte la experiencia, no venimos de una posición en que sabemos más que todos. La humildad y el conocer y tratar de entender la problemática es una de las ventajas de los expertos de israelíes frente a expertos de otras partes, que hoy en día se enfrentan a los retos que la agricultura israelí afrontó 40 años atrás: la falta de agua y la falta de tierra
¿Se trata de una ayuda que llega al pequeño agricultor, o se limita a las grandes corporaciones agrícolas?
Se trata de ayudar al productor pequeño o mediano, y la colaboración  con los grandes productores de esos países es relativamente limitada. Buscamos pequeños productores de poblaciones con problemas reales, y allí llegamos e invertimos nuestros esfuerzos. Sin discriminación de raza, creencia o género.
Son cuestiones que no acostumbran a tratarse en los medios de comunicación.
Recientemente estuve en Vietnam, donde tenemos una finca lechera modelo en conjunto con la administración de Ho Chi Minh City. En esta finca se enseña a cientos de agricultores de la región, pero eso no vende ni titulares ni periódicos. Pero si hay un atentado, desgraciadamente, si venderá. Como israelí a mí me apasiona, es la cara bonita de Israel. En India, por ejemplo,  desde hace más de 6 años hay más de 50 o 60 expertos israelíes que llegan dos veces por año a diferentes regiones del país para  enseñar a profesionales locales y agricultores hindúes y eso tiene un potencial enorme, es una verdadera factoría de paz.
Por otra parte, también se organizan grupos que aterrizan en Israel para aprender las técnicas de desarrollo agrícola.
Los que llegan a Israel vienen por diferentes motivos: para absorber conocimientos, pero también porque Tierra Santa es algo atractivo, especial. Muchos de los que llegan son fieles creyentes, no es necesario explicar el valor turístico y religioso de Israel. Lo interesante es que cuando vuelven son nuestros mejores embajadores: descubren como vivimos, que hacemos, nuestra verdadera intención. Ven que los recibimos con los brazos abiertos, les brindamos todo nuestro conocimiento, y luego seguimos con la relación al cabo de los años. Durante viajes a Latinoamérica, hay quienes viajan horas y horas para encontrarse con nosotros y agradecernos años después su experiencia en Israel.

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