Corrupción: la amenaza interior

10 diciembre, 2017
David Bitan- Foto Kneset

Joseph Hodara

La investigación policial que en estos días se concentra en la figura de David Bitán y en los principales personajes que han modelado la fisonomía de la ciudad Rishon Letsión contiene implicaciones que trascienden la índole de presuntos y corrientes delitos y los probables resultados que le seguirán. Involucran a mi juicio una grave amenaza – acaso más importante que cualquier factor externo – al equilibrado y democrático devenir de Israel.

Para respetar la memoria histórica cabe puntualizar que punibles y graves infracciones a las normas públicas no son una nota que singulariza al régimen jefaturado por Biniamín Netanyahu. En los primeros pasos de Israel como estado autónomo se verificaron hechos que trastornaron el buen orden público y legal. Cabe recordar a un hijo del propio David Ben Gurión que fue obligado a retirarse de un alto puesto en las fuerzas policiales por actos de corrupción; o los robos de preciosas piezas arqueológicas por parte de un Moshé Dayan. Delitos que en su momento tuvieron resonancias relativamente menores y no alcanzaron a trastornar severamente los resortes de la democracia y la firme solidaridad social.

En contraste, desde el inicio del siglo se multiplican en Israel los signos y los hechos que señalan una creciente y dilatada corrupción que involucra a políticos, periodistas y empresarios. Algunas de sus expresiones han sido investigadas y divulgadas por la institución Ometz, que en el curso de estos años puso al descubierto la torcida conducta de múltiples personajes. Entre ellos: Fuad Ben Eliezer, Arieh Deri, Ariel Sharón, Avigdor Liberman, Dalia Itzik, Moshé Katzav, Ehud Barak, Arnón (Noni) Mozes; y al parecer de no pocos, el actual primer ministro adherirá a esta lista. Algunos de ellos conocieron la prisión; otros se salvaron de ella por la muerte anticipada; y los demás suponen que cuentan con recursos y la astucia para eludir cualquier castigo.

Todos ellos son símbolos y representantes de diferentes facciones políticas que convergen sin embargo en la cínica burla de las normas que la ética pública y la democracia reclaman. Cuentan con la complicidad interesada de empresarios y periodistas, que constituyen en conjunto una negación de lo que predican y escriben.

¿Qué resultados generarán estas distorsiones en el cercano devenir?

Primero, una generalizada e irrefrenable corrupción. La observación comparativa de países y regímenes donde el respeto a las leyes es parcial y retórico indica que la distorsión de las normas públicas no es privilegio exclusivo de la minoría en el poder; fatalmente se extiende y propaga a toda la sociedad. En estas circunstancias se institucionaliza un lírico discurso público que la práctica social desmiente y destroza. Aberración que aquellos países pueden tolerar; en Israel destruirá penosamente los fundamentos que la sostienen como democracia.

Segundo, la estabilidad y la seguridad de la sociedad israelí dependen de la amplia disposición de la juventud – en rigor, buena parte de ella – a sacrificar varios años de vida a fin de defender – con altos costos y riesgos – las fronteras del país. Si la corrupción política y empresarial se torna irrefrenable- ¿por qué, para qué y para quién tal sacrificio es necesario y justificable?

Tercero, el mercado laboral habrá de conocer en estas circunstancias cambios radicales; algunos de ellos ya se verifican. Percatados de la institucionalizada corrupción muy pocos israelíes judíos aceptarán tareas de reducido ingreso o de flaca movilidad social. En estas circunstancias labores mal pagadas como en sectores de la construcción y servicios urbanos (basura y limpieza) se sustentarán en la creciente población de origen árabe y en una migración convenientemente tolerada. No es difícil imaginar las repercusiones que esto tendrá en la legítima y dinámica existencia del país.

Finalmente, una extendida e incorregible descomposición de la sociedad pondrá en tela de juicio las expectativas y las promesas inherentes al credo sionista que la legitima y sostiene. Uno de sus resultados: la diáspora israelí en el mundo que hoy supera el millón de miembros – la mayoría de joven y mediana edad – habrá de ampliarse. Escenario que los medios políticos, empresariales y periodísticos del país deben atender si en verdad aspiran a frenar signos y hechos de corrupción que hoy inquietan. Mañana se tornarán incorregibles.

En suma: circunstancias y anticipaciones que obligan a seguir con interés y con preocupación las investigaciones policiales en torno a las acciones de David Bitán. Contienen múltiples ramificaciones en el presente y devenir del país.

Compartir
Subscribirse
Notificarme de
guest
0 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios