Colette: La eminencia femenina

27 julio, 2016

Joseph Hodara

Sidonie Gabrielle Colette pertenece a esa familia de escritores cuya biografía rivaliza con la novela. Nació en la campiña francesa en 1873; como tantos otros personajes de su generación, no pudo soslayar los encantos de París. La vida bohemia y sensual de la metrópolis la atrapó tempranamente; desinhibida y con abierto entusiasmo se ofreció a bailar desnuda en el Moulin Rouge, que ya en aquel periodo constituía el centro y símbolo de la desenfadada bohemia francesa. Y en este escenario asimiló el ardiente sensualismo, con sus personajes y colores, que se manifestarán más tarde en sus breves narraciones.
Frisando los veinte años conoció a Henry Gauthier Villars- conocido literariamente como Willy – personaje que empleaba a desconocidos escritores para que escribiesen obras en las cuales insertaba su nombre. Colette se sometió a este régimen, y así produjo las Historias de Claudine en varias entregas, relatos de una joven curiosa y sensual que se pasea por los antros parisinos. Henry también la inició en sus aventuras bisexuales, y bien pronto – ya divorciada – prefirió la compañía con distinguidas damas de la aristocracia francesa.
Después de esta breve aventura con Willy, se unió en 1912 con Henry de Jouvenel, director del celebrado periódico Le Matin y retoño de una familia que desde antes y hasta hoy tiene presencia en la política y cultura de Francia. Poco tiempo después nació su única hija. Relaciones íntimas con un adolescente, sobrino de Jouvenel, condujeron al divorcio.  En 1925 encontrará un fiel amigo – después esposo- que estará con ella hasta su muerte en 1954.  Se trata de Maurice Goudeket de origen judío, quince años menor que Colette, que padecerá torturas y prisión cuando los alemanes se apoderan en los años cuarenta de París.
Relatos cortos atrajeron la inquieta pluma de Colette. Tuvo la suerte de encontrar excelentes guías desde George Simenon a Henri de Montherlant. Y las aventuras amorosas con Jean Cocteau y Paul Válery nutrieron su escritura. Con humor dirá: “soportaría gustosa una docena más de desencantos amorosos si ello me ayudara a perder un par de kilos”…
Gigi es su obra más importante. Relato de una curiosa y afiebrada adolescente que procura por diferentes medios eludir el control de su abuela para iniciar y proseguir sus experiencias sensuales. La trama fue llevada al cine; Colette escogió a la joven actriz Andrey Hepburn para protagonizar el papel de Gigi. A semejanza de otros relatos también aquí censura la vida convencional a la que la mujer se acomoda; a su parecer, debe ella acometer aventuras y asumir riesgos con el fin de dar significado a su existencia.
En uno de sus breves relatos (Noche blanca) conjuga los múltiples significados del lecho donde ella y su amante despiertan la pasión y el sueño. Un sueño “que se acerca, roza, y huye “… al compás de diálogos de amor. Y en otro (Los zarcillos de la vid) eleva su cotidiana oración: “Quisiera decir, decir, decir todo lo que sé, todo lo que pienso, todo lo que adivino, lo que me encanta y me hiere y me asombra.”
Fue nombrada como candidata al Nobel en 1948. Mereció distinciones de la Academia Goncourt y una condecoración por la Legión de Honor. Sus múltiples escritos en torno al superior significado de las tentaciones de la carne con respecto a las veleidades del espíritu y la emancipación femenina disgustaron a la Iglesia católica. Ésta se negó a concederle un cristiano funeral; el gobierno francés corrigió esta medida.
Todos sus textos han sido traducidos y publicados por la editorial Plaza & Janes de Barcelona. En contraste, muy pocos de ellos han visto la luz en hebreo. Herbert Lottman publicó una excelente biografía que, en versión al español, se difundió en 1997.  ■

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