Características del acuerdo de zonas de de-escalamiento en Siria

17 mayo, 2017 , ,

Oportunidades y riesgos para Israel
El 5 de mayo de 2017, en contra de la desesperación y el pesimismo que han rodeado los repetidos intentos de resolver la crisis de seis años en Siria, se firmó en Astana, Kazajstán, el “Memorando para crear zonas de escalamiento” por Rusia, Irán y Turquía como garantes de la implementación, en el cuarto intento en un poco más de un año para lograr un cese al fuego sostenible en Siria.
Lo nuevo esta vez es el establecimiento de cuatro zonas de de-escalamiento en territorio sirio. La primera y más grande zona incluye la provincia de Idlib y algunas partes de las provincias vecinas del norte de Siria, cerca de la frontera turca, donde viven un millón de civiles y donde se concentran varios grupos de oposición, la segunda zona es el enclave entre Hama y Homs, con unos 200.000 habitantes. La tercera zona es el enclave al este de Damasco, con cerca de 700.000 personas.
La cuarta zona en el sur de Siria cubre partes de las provincias de Daraa y Quneitra, que son adyacentes a las fronteras de Israel y Jordania y son el hogar de unas 800.000 personas.
Los propósitos declarados del acuerdo, que entró en vigor al día siguiente de su firma, deben reducir la intensidad y el alcance de los combates; aliviar el peligro humanitario en la medida de lo posible; y permitir que los refugiados comiencen a regresar a Siria. Sobre todo, el objetivo es sentar las bases de una solución integral a la crisis, manteniendo la unidad siria (y desde la perspectiva rusa, preparar el terreno para una estructura federal). Así, en virtud del acuerdo, durante seis meses con una opción de extensión, los combates entre el régimen y la oposición armada en las cuatro zonas de de-escalamiento serán prohibidos, incluida la actividad de la Fuerza Aérea Siria. Sin embargo, la guerra continuará en estas zonas seguras, como en todo Siria, contra el Estado Islámico, Hay’at Tahrir al-Sham [Jabhat al-Nusra] y otros elementos terroristas identificados con el Islam sunní-jihadista. Además, se prestará ayuda humanitaria y se renovarán los servicios públicos como el suministro de agua y electricidad y se crearán condiciones para el regreso voluntario de los refugiados y las personas desplazadas. Las fuerzas militares de los tres Estados garantes se desplegarán en los puntos de control y puestos de observación alrededor de las zonas de seguridad, para supervisar la aplicación y cumplimiento del acuerdo.
Faltan en las partes del acuerdo los propios sirios: aunque el régimen de Assad anunció que observará los términos del acuerdo (excluyendo la supervisión de terceros externos), no hay garantía de que mantendrá su promesa. Por su parte, la oposición siria se opone a la limitación del alto el fuego a algunas partes del país, y ha descartado firmemente el reconocimiento formal del papel de Irán, que considera “poner al lobo a cargo de las ovejas”.
Además, la oposición ha pedido la necesaria participación de los Estados Unidos y los países sunníes, sobre todo Arabia Saudita, que estaban notablemente ausentes del proceso de Astana.
A lo largo de los años de la guerra civil en Siria, Israel ha tomado una posición de no implicación, excepto para evitar ataques en su contra y la transferencia de armas avanzadas a Hezbollah. Sin embargo, la iniciativa rusa refuerza la necesidad de revisar esta política, ya que la última medida representa una nueva fase en la configuración del futuro de Siria, incluidos los desafíos y los riesgos en varios niveles.
A nivel regional y de las superpotencias, la ausencia de Estados Unidos del marco del acuerdo deja la tarea de moldear el futuro de Siria en manos de Rusia, Irán y Turquía (con su postura problemática hacia Israel), mientras que los intereses de seguridad de Israel quedan sin ninguna representación adecuada.

El involucramiento oficial de Irán en Siria
En el nivel de seguridad militar, el acuerdo otorga a Irán, en la medida en que esto depende de Rusia, un estatus oficial y reconocido en cualquier escenario futuro de Siria y la legitimidad para establecer una presencia militar en el país.
Esto está en conflicto con la posición de la oposición siria y con las líneas rojas establecidas por Estados Unidos e Israel sobre este asunto. Según el acuerdo, las fuerzas iraníes tomarán parte en la supervisión y aplicación de la ley, que validará el despliegue de Irán en el territorio sirio usando “todos los medios necesarios” para ese propósito. En esta etapa, los detalles no están del todo claros, incluida la cuestión de la participación de las fuerzas iraníes en la supervisión de la zona de de-escalamiento adyacente a la frontera israelí.
A nivel local, el riesgo planteado por el acuerdo es el regreso gradual de las fuerzas del régimen de Assad a áreas donde actualmente no están bajo su control, con el pretexto de restablecer los servicios básicos a la zona de de-escalamiento.
Este desarrollo podría aumentar la dependencia de las diversas zonas del régimen y fortalecer la influencia local de Assad, mientras que el régimen ganará espacio para rehabilitar al ejército y fortalecer su fuerza. En ausencia de ayuda exterior para reforzar las capacidades defensivas de las fuerzas locales y sin mejorar las condiciones económicas y sociales de la población local, las zonas de escalamiento podrían encontrarse rápidamente en desventaja, expuestas a los esfuerzos del régimen para regresar al timón junto con sus aliados hostiles a Israel.
El regreso de los refugiados y desplazados a las zonas seguras es otro tema complejo y difícil. Su regreso a zonas de destrucción, sin los medios para absorberlas, podría degenerar en una grave crisis humanitaria, con consecuencias tanto para la situación interna siria como para los países vecinos, entre ellos Israel y Jordania.
A nivel táctico, se espera que el anuncio de la cesación de los enfrentamientos entre el régimen y los rebeldes, mientras continúe la lucha contra las organizaciones terroristas, conduzca a nuevos ataques contra los rebeldes y la población en general por parte de Assad y las fuerzas rusas con el pretexto de combatir las organizaciones terroristas, como ocurrió en los acuerdos de cese del fuego previos.

¿Qué puede hacer Israel para evitar un eje ruso-iraní en Siria?

Foto: Ministerio de Defensa de Rusia
Foto: Ministerio de Defensa de Rusia

Para evitar la evolución negativa y la configuración unilateral de la Siria de mañana por el eje ruso-iraní, Israel debería actuar en dos niveles paralelos: uno, mostrar su resolución hacia Rusia y seguir proyectando fuerza y poder para socavar los esfuerzos rusos en la región, con el fin de conservar sus fichas de negociación; y dos, animar a los Estados Unidos, Jordania y los Estados del Golfo a que participen más en los debates estratégicos sobre la solución de la crisis siria y promuevan los siguientes principios:
–  No se puede llegar a un acuerdo sin la participación de los Estados Unidos y los Estados del Golfo, a fin de asegurar una imagen equilibrada de los intereses en Siria.
– La observancia de las “líneas rojas” de Israel, que se basan en impedir que las fuerzas de Irán y Hezbolá se establezcan en el suroeste de Siria y, en particular, en las Alturas del Golán, y prohibir el uso del territorio sirio para transferir armas a Hezbollah.
Los arreglos relativos a las zonas fronterizas deben realizarse conjuntamente con los países vecinos. Así como Turquía es parte en los acuerdos que afectan al norte de Siria, los intereses jordanos e israelíes deben ser considerados en el sur de Siria.
– Posible ampliación del mandato de la UNDOF (Fuerzas de Observación de las Naciones Unidas) como órgano encargado de supervisar y estabilizar la zona y prestar asistencia a la población local.
–  Las fuerzas pragmáticas locales se organizarán con apoyo regional e internacional en marcos de combate efectivos, con programas conjuntos de capacitación, equipos y armas, tanto para defender a los civiles como para luchar contra las organizaciones terroristas de la jihad en la arena.
–  Los países occidentales y las organizaciones internacionales, con el apoyo de los países vecinos e Israel, trabajarán para fortalecer sus lazos con la población local en el sur de Siria para enviar ayuda humanitaria y apoyar los esfuerzos para rehabilitar y desarrollar las zonas seguras, energía, vivienda, alimentación, agricultura, educación y salud.
–  Las cuotas y etapas para recibir refugiados se definirán de acuerdo con el éxito de la rehabilitación, con mecanismos de control y revisión.
–  Se establecerá un mecanismo de coordinación conjunta con Israel, Jordania y los Estados Unidos que refleje una estrategia conjunta tanto para las conversaciones sobre los arreglos en Siria como para los esfuerzos militares y civiles en el sur de Siria.

El acuerdo regional de de-escalamiento es un intento de moldear el futuro en Siria, incluyendo las áreas en las que Israel y Jordania tienen intereses muy claros, pero hasta ahora sin tener en cuenta estos intereses. Como tal, crea el potencial para la aparición de nuevas amenazas sustantivas. Al mismo tiempo, sirve como otra señal a Israel para reconsiderar su política de no intervención en la crisis en Siria y mostrar una fuerte determinación para proteger sus intereses esenciales.
Fuente: INSS

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