Ante el nuevo año

8 septiembre, 2018

Benito Roitman

En vísperas del comienzo de un nuevo año en el calendario judío, es difícil evadir la ya vieja  costumbre de enviar saludos e intercambiar buenos deseos  hasta agotar la lista de familiares y amigos, Pero más difícil aún es pensar en la lista de buenos deseos que pudiera brindarse uno mismo, y no sólo en términos personales; pienso más bien en esos buenos deseos que se refieren al entorno en el que queremos vivir, y en las esperanzas puestas en que, contra toda evidencia, el  nuevo año traiga consigo augurios de paz y de tranquilidad, aquí y en el mundo.

Porque es preciso reconocer que las perspectivas no parecen ser demasiado halagüeñas. En la región, la guerra en Siria estaría finalizando como tal, pero sus secuelas no. La presencia de Rusia allí es ya un dato, a lo cual quizás haya que agregar la más que incómoda presencia de Irán y sus aliados; y todo ello en medio del drama de la reconstrucción de un país (Siria) y del rescate de una población dispersa dentro y fuera de fronteras. Y parte de esas fronteras lindan con Israel.

En el más amplio espacio internacional –y específicamente en el ámbito económico- se está peligrosamente cerca de una guerra comercial, en la que las políticas de la actual administración norteamericana mezclan avances proteccionistas con apertura financiera, mientras China se afirma en el 2017 como la primera potencia en términos de exportación y los EEUU continúan fijándole tarifas (que China reciproca). Las guerras comerciales no auguran tiempos demasiado calmos, por lo que es necesario, más que nunca, tener claridad con respecto a las posiciones que se adoptan en esas circunstancias. Y mientras el gobierno de Israel está firmemente alineado en materia política a la sombra de la actual administración estadounidense, sus relaciones comerciales con China vienen avanzando rápidamente (un ejemplo de ello es que en el año 2013, Israel se encontraba en el lugar 31 en términos de las inversiones directas de China en el exterior, en el 2015 pasó al lugar 17 y en el año 2017 se ubicó en el 11º. lugar, de acuerdo a un informe de The Economist: “China Going Global Investment Index 2017”). Como dice el refrán, en este nuevo año seguiremos a Dios rogando y con el mazo dando..

Para quienes creemos firmemente en los valores de la democracia es vital defender las versiones de la misma que se proponen alcanzar y mantener el difícil pero necesario equilibrio entre la soberanía de la voluntad mayoritaria y la protección de las libertades individuales y de las minorías contra los abusos de esa mayoría. Por ello es inquietante, para decir lo menos, el avance reciente de las llamadas democracias iliberales, en las que el equilibrio arriba mencionado se pierde en favor de un Ejecutivo fuerte y autoritarios. Y ese avance, que es notorio también en Israel –para botón de muestra alcanza la aprobación de la Ley del Estado Nación del pueblo judío- no parece que vaya a ceder durante el año que estamos por estrenar. Y a ello  le agregamos un rasgo particular en Israel: el creciente dominio teocrático en la vida cotidiana.

El nuevo año judío se ha de inaugurar con el telón de fondo de la reciente decisión estadounidense de cesar toda contribución financiera a los programas de las Naciones Unidas de apoyo a los refugiados palestinos (UNWRA).  Es preciso reconocer que la discusión sobre el concepto de refugiados y su prolongación en el tiempo, la diferenciación entre las definiciones de la UNRWA y la de la ACNUR (el otro programa de las UN de apoyo a refugiados) y el hecho mismo de que un eventual retorno a Israel de los refugiados palestinos y de sus descendientes  constituiría el fin de este Estado como tal, son todos elementos que han de ser evaluados objetivamente y que han influido seguramente en la decisión norteamericana de cesar su apoyo financiero a ese programa.

Pero todo esto debería ser también analizado a la luz de la oportunidad y la forma en que esa decisión se habría de llevar a cabo. Porque la realidad a la que esa decisión se enfrenta ahora, en vísperas de este nuevo año,  y más allá de las buenas o malas circunstancias que han conducido a esa realidad, es que un considerable número de seres humanos, en particular en Gaza, verán agravarse su situación inmediata, lo que puede contribuir, en términos del conflicto existente, a profundizarlo más aún, sin resolver nada.

Ciertamente, el panorama económico interno se mostrará estable desde comienzos del  nuevo año judío, de manera similar a lo que viene sucediendo en el pasado reciente. Esto significa que en esa materia podremos desearnos un buen año, o al menos un año tan bueno como los anteriores, Pero eso también significa que no habrá cambios dramáticos, que los niveles de pobreza continuarán siendo los mismos y la distribución del ingreso no mejorará. Y todo ello pese a que el PIB crecerá este año más del 3%, de acuerdo a las estimaciones del Banco de Israel. Es decir, la economía crece y crecerá en el futuro cercano, pero los frutos de ese crecimiento no llegan –ni llegarán-  a toda la población de manera equitativa. Pero eso sí, los permisos para construcción en los asentamientos en los territorios ocupados no escasean..

¿Es todo lo anterior –por reducido e incompleto que sea- un planteamiento demasiado pesimista para hacerse en vísperas de celebrar la entrada un nuevo año? Quizás. Quizás sea preferible fingir demencia, como dicen los mexicanos, y gratificarnos con nuevas ilusionescon l imagen de un nuevo año en que todo, o casi todo, irá mejor.

Y sin embargo, no se trata sólo de fingir demencia. Se trata más bien de conservar la cabeza fría y el corazón caliente y de recuperar y mantener la confianza, una obcecada confianza, en la capacidad de esta sociedad para recuperar y poner en movimiento sus mejores valores. Nuestros  profetas, los que clamaron en su  momento y en sus tiempos contra la iniquidad y la corrupción de entonces, eran minoría. Pero son esos profetas,  ellos y sus verdades, ellos y sus enseñanzas, ellos son los que permanece y no los linajes reales de entonces, que fueron el objeto de sus clamores, y que se han perdido en la historia, Eso es lo que la tradición nos enseña.

Por el mantenimiento de esa tradición, por el siempre esperado mensaje de paz y solidaridad y sobre todo por mantener la esperanza en un futuro mejor, contra viento y marea. por todo ello, va le pena desear y desearnos un SHANÁ TOVÁ UMETUKÁ, un próximo año bueno y dulce.

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