Amona espera a Netanyahu

30 noviembre, 2016
Amona. Foto: Wikipedia

Pablo Sklarevich
Uno de los más grandes éxitos de la política israelí actual ha sido mantenerse al margen de la guerra civil en Siria. Tras los magros resultados de la intervención en la guerra civil del Líbano, en la década de los ochenta; el Estado judío ha comprendido que no puede jugar a hacer ingeniería política o social dentro los países vecinos.
Desafortunadamente, las complicaciones no han declinado en otros frentes. El Gobierno se ha metido en una encrucijada con respecto al asentamiento de Amona, erigido sobre terrenos privados palestinos. Tras varias postergaciones, la Corte Suprema de Justicia, ha fijado como ultimátum hasta el 25 de diciembre, como para evacuar y demoler el asentamiento, y restituir la tierra a sus dueños.
Los colonos se establecieron ilegalmente en el lugar y a través de oscuras influencias políticas lograron que el Estado les trajera agua y electricidad y les construyera caminos con el dinero que no es de ellos sino del resto de los contribuyentes -es decir de los convidados de piedra-. Teniendo en mente la retirada israelí de Gaza, los residentes de Amona dicen ahora que tratarán de convertir el desalojo en un mega evento. Tal vez estén pensando algo comparable al descubrimiento de América, la llegada del hombre a la Luna, la caída del Primer y Segundo Templo, la Revolución Rusa, etc.
Marx comentaba que algunos hechos históricos aparecen por primera vez como tragedias y se repiten luego como farsas. Lo más absurdo es que al parecer el Gobierno está dispuesto a colaborar alegremente con eso.
Netanyahu ha advertido a sus ministros que la aprobación de la llamada “Ley de Regulación” podría llevar a los altos funcionarios a la Corte Penal Internacional de la Haya y encender al presidente saliente Barack Obama, quien podría aplicar una acción dramática de último momento en el Consejo de Seguridad, antes de dejar la Casa Blanca a mediados de enero.
El asunto es que el asentamiento de Amona, compuesto por apenas cuarenta familias, podría convertirse el disparador de una crisis dentro de la propia derecha, opina Alberto Spektorowski de la Universidad de Tel Aviv. Israel podría, entonces quedar homologado de alguna manera a algunos países europeos -como por ejemplo en Francia- donde conservadores y populistas de derecha son las fuerzas relevantes que se disputan el poder.

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