A 25 años de los Acuerdos de Oslo

16 septiembre, 2018 , , ,
Mahmoud Abbas y Donald Trump Foto: Casa Blanca Shealah Craighead Wikimedia Dominio Público

Pablo Sklarevich

La reciente escalada de tensión entre EE.UU. y la Autoridad Palestina no representa una tormenta pasajera. Washington ha reaccionado con medidas demoledoras. Ha cortado multimillonarios fondos a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), ha suspendido el financiamiento de dos hospitales palestinos en Jerusalén oriental y del programa de coexistencia entre israelíes y palestinos. Como frutilla del postre, ha clausurado la misión de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) en Washington (que funcionaba en la práctica como una embajada).

Se trata de una maniobra estratégica, a largo plazo, manifestó el ex jefe de la Inteligencia Militar y actual director del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), general (retirado) Amos Yadlin, a la radio estatal israelí Kan.

Los funcionarios de la Administración están enfurecidos por el boicot que les han declarado los líderes palestinos, desde que el presidente estadounidense, Donald Trump, trasladara la Embajada norteamericana a Jerusalén, el 14 de mayo pasado. Trump lo hizo principalmente para mostrarle a sus electores que, a diferencia de sus predecesores, es capaz de cumplir sus promesas electorales. Pero fue muy cuidadoso como para declarar que de ninguna manera estaba fijando los límites de la urbe con lo que dejaba abierta la puerta para que la ciudad santa fuese eventualmente compartida tras la negociación de un acuerdo. Además, subrayó que los israelíes pagarían un “alto precio” en las conversaciones porque ya habían obtenido una concesión.

Eventualmente, los dirigentes estadounidenses están decepcionados con Mahmud Abbás, de 83 años. No creen que esté dispuesto a resolver el conflicto, y calculan que su sucesor deberá tomar la difícil decisión de entrar en negociaciones si quiere obtener financiamiento.

Tal vez, los funcionarios norteamericanos están comprendiendo que la ausencia de un arreglo final a veinticinco años de los Acuerdos de Oslo, tenga que ver con la idea que los palestinos tienen sobre cómo debería resolverse el conflicto. En la revista judía norteamericana Forward, Eric R. Mandel destaca sus observaciones sobre la cultura política palestina:

“Su idea de una solución justa de ‘dos estados’ es un estado completamente árabe en Cisjordania y un Estado binacional democrático de Israel que permita el derecho al retorno a los descendientes de los refugiados palestinos”. Es una “solución de dos estados”, pero no es una en la que “Israel podría sobrevivir”, apunta Mandel.

Ahora, los líderes de la AP se disponen a probar suerte en la Asamblea General de la ONU y la Corte Penal Internacional de La Haya; a la vez que pondrán sus esperanzas en el ascenso del líder laborista Jeremy Corbyn, en Gran Bretaña, y el regreso del Partido Demócrata (en su versión más radicalizada) al poder.

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