2 febrero, 2017

Rab. Gustavo Surazski *

Cuatro en uno
El Acta de la Independencia de Israel (Meguilat Ha-Atzmaut) estableció que la Constitución Nacional del joven estado debía entrar en vigencia a más tardar el día 1 de octubre del 1948. Los delegados de todos los partidos firmantes del acta se comprometieron a que ésto ocurra, pero desde entonces han pasado casi 68 años e Israel sigue en búsqueda de  una Carta Magna y la comisión sigue sesionando…
La Comisión para la redacción de dicha Constitución comenzó a funcionar con el establecimiento del Estado de Israel. Sin embargo, desde entonces, ha resultado imposible zanjar las enormes diferencias ideológicas que separan a los diferentes partidos que conforman la democracia israelí.
Los partidos ultra-ortodoxos seguramente desean que la Constitución incluya un artículo que garantice la construcción del Tercer Templo cuando llegue la debida hora. Los partidos de izquierda, seguramente desean cambiar aquellos símbolos nacionales (Himno, Escudo, Bandera)  que no representan a las minorías (alguien dijo jocosamente hace un tiempo que, después de décadas de deliberaciones, la comisión solo ha acordado que el nombre del Estado debe ser “Israel”).
Tomando en cuenta los abismos ideológicos que separan la compleja sociedad israelí, bien cabe preguntarse cómo es que Israel logró atravesar casi siete décadas de historia plagadas de innumerables amenazas a su seguridad nacional.
Posiblemente podamos hallar la respuesta en la Parashá de esta semana.
Hacia el final de la Parashat Bó aparecen las primeras dos secciones de las cuatro que conforman el precepto de los tefilín (Kadesh Lí Kol Bejor– Ve-Haia Ki Iaviaja).
Si bien los tefilín (el de la cabeza y el de la mano) paracen similares en su forma a simple vista, existen varias diferencias entre ambos.
Entre ellas, una de las más notables es que estas cuatro secciones están escritas en cuatro rollos separados en la tefilá de la cabeza, mientras que en la tefilá de la mano se hallan escritos en un sólo pergamino.
¿Por qué esta diferencia?
Posiblemente, esta particularidad sugiera una respuesta a nuestro interrogante inicial.
La cabeza representa el mundo de las ideas y de las cosmovisiones. Los cuatro compartimientos de la tefilá de la cabeza enseñan que la pluralidad de ideas es una de las varas con la que se mide la salud de una sociedad.
Sin embargo, esto cambia cuando llegamos a la mano, miembro responsable de la acción. Allí, la pluralidad de ideas deben confluir en un hacer común.
Israel logró atravesar la turbulentas aguas de su joven existencia, debido a que logró comprender la diferencia de naturaleza entre la cabeza y la mano, entre el universo de la ideas y el terreno de la acción.  Y a la hora de la verdad, allí cuando la hora lo exigió, Israel logró zanjar abismos ideológicos y dar forma a un estado pujante y vibrante, a pesar de sus innumerables desafíos.
Esa ha sido y aun es nuestra mayor fortaleza. Ya la mitzvá de los tefilín nos enseñan que cuatro bien pueden transformarse en uno.

* Rabino de la comunidad Netzach Israel – Ashkelon ■

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